Cambiar de hábitos de vida no es fácil, pero sí que puedes empezar a incluir nuevas rutinas en tu día a día. Para llevar una vida más enfocada a la ecología son muchas cosas las que hay que tener en cuenta, por eso es importante no querer modificarlo todo de manera radical, sino ir poco a poco para no rendirnos muy pronto.
Empieza por la regla de las tres erres
Reducir, reciclar y reutilizar. Un mantra que urgió hace años para empezar a concienciar a los ciudadanos de la importancia de volver a darle una segunda vida a las cosas que nos rodean. Ya se ha terminado la era del "usar y tirar", por lo que es mejor adaptarse a nuevas rutinas con una conciencia más enfocada a la ecología.
Una vez te acostumbres y tengas adquiridas los nuevos hábitos de vida más éticos, habrá llegado la hora de ir un paso más allá y empezar a completar la denominada Cadena Verde. Esta consiste en ser consciente de todos los procesos que te rodean a diario, ya sea de manera consciente (que es más fácil de controlar) como aquellos que no dependen solo de ti.
Llevar una vida slow tiene sus impactos de manera directa e indirecta en el medio ambiente, por lo que es recomendable tener presente el impacto de todas nuestras acciones. De manera que, si nos planteamos la ecología como un nuevo método de vida, ahorrarás también en tu bolsillo. Aunque al principio no se notará a gran escala, sí que lo verás en un medio y largo plazo.
¿Sabemos lo que comemos?
Los huertos ecológicos son cada vez más comunes en ámbitos urbanos y las plantas en casa no solo son decorativas, sino que ayudan a limpiar el ambiente y mejorar tu propia salud. De esta manera se evitan aerosoles y ambientadores que llevan unos componentes contaminantes y poco recomendables para el ser humano, sobre todo si no hay una buena ventilación diaria.
Si lo tuyo no son las plantas, también está en tu mano la compra de km 0 y el apoyo al comercio local, asegurándonos siempre de que su producto no tiene una manufactura global ni compromete su mano de obra. Aunque todo esto se puede aplicar a todo tipo de productos, ya que la ecología no se encuentra solo en la alimentación.
Podemos dirigirnos a las fruterías que sepamos que provienen de huertos cercanos, que es el principal problema en las grandes ciudades. Las pescaderías donde tampoco su producto provenga de una práctica abusiva u otras técnicas prohibidas o poco respetables con el ecosistema.
En el caso de las carnicerías, debemos asegurarnos que la carne provenga de ganaderos que respeten la libertad de los animales y lleven una dieta libre de piensos procesados (lo que ayuda a mantener una calidad de producto, en nuestra propia salud y mejora nuestra alimentación). Y lo mismo pasa con los huevos.
Finalmente, lo más fácil es recurrir a las panaderías de barrio donde ofrezcan un producto no procesado ni congelado previamente. De esta manera, la ecología está en el ahorro de transporte porque lo preparan ellos mismos, ingredientes más naturales y menos consumo energético a la hora de mantener congelado el producto para después volver a recalentarlo).
Y en casa
Apagar el grifo cuando no sea necesario, no utilizar el agua caliente siempre para ahorrar en el encendido del calentador o darse duchas en vez de baños son lo más elemental. Pero es así de sencillo a la hora de ahorrar también en el bolsillo.
Además, el agua embotella que compramos es muy perjudicial para el medio por varias razones: la extracción, transporte y embotellado requiere de unos procesos con maquinaria que producen una cantidad de emisiones de CO2 muy altas, sin contar con el plástico que se fabrica para su venta. Lo mejor es instalar un grifo o utilizar jarras potabilizadoras. La lavadora siempre llena, la ropa secada al aire y la calefacción a una temperatura de 20 grados y solo cuando sea necesaria.
En cuanto a la luz, debemos ser más conscientes con el tipo de compañías donde tenemos contratado el suministro eléctrico, porque es importante que obtengan su energía de formas renovables al máximo porcentaje. Aunque también se puede estudiar la posibilidad de paneles solares en casa o molinos de viento.
Hábitos de una vida más consciente están en desconectar todos los aparatos electrónicos de la casa cuando no se estén utilizando, ya que siguen consumiendo solo por estar enchufados a la corriente, aunque estén apagados. Al igual que parar las luces cada vez que salgamos de una habitación, evitando siempre encenderla cuando hay luz natural o hay suficiente claridad. Aunque todo esto no sirve de nada si no invertimos en bombillas de bajo consumo, que además nos durarán más tiempo.
Por lo que respecta a los residuos, es mejor reciclar y evitar comprar muchos envases. Y aquí entra en juego el tipo de compras que hagamos. Por ejemplo, ir a la frutería con las bolsas ya de casa y reutilizarlas, o comprar el pan y llevar nuestra propia bolsa de tela.
También podemos centrarnos en la limpieza, porque hay que evitar los aerosoles CFC, perjudiciales tanto para la salud como para el medio. Hay establecimientos donde puedes rellenar tus propios botes una vez se te ha acabado el producto, además de ser estos producidos de manera respetuosa y con unos componentes que no dañan el medio. Algunos centros como Veritas con sus supermercados donde se ha normalizado la compra de productos ecológicos, así como 4eco en su venta directa a granel para evitar desperdicios en los envases.
A la hora de cocinar, descongelar con tiempo para evitar encender el microondas. También utilizar el fuego solo cuando sea necesario, es decir que se puede dejar la comida en reposo los últimos minutos para que se termine de hacer y así gastamos menos con cada plato que preparemos. Y en la mesa, servilletas de tela.
Dime cómo te mueves...
Si necesitas utilizar el coche, debes mantenerlo en óptimas condiciones para evitar que tu medio de transporte sea contaminante en exceso. Las ruedas hinchadas para consumir menos, al igual que ayuda mantener la velocidad media igual. Los modelos Sin Plomo, Bio Diesel o Hybrid son los mejores a la hora de un consumo más bajo de gasolina.
Aunque lo mejor es compartir el medio, así como el transporte público. Todo vale con tal de reducir la emisión de gases, sobre todo cuando somos muchos los que nos dirigimos a un mismo punto. Andar o subir escaleras te conviene para evitar los ascensores. Tu cuerpo a la larga agradecerá el poco ejercicio que hagas en estos momentos y también se puede ir dando un paseo a todas partes tomándote las cosas con más calma.
Para moverte por medio de la ciudad sin necesidad de ir en transporte público, la bici es una manera buena de invertir en la ecología. Además, con los nuevos patinetes electrónicos no tendrás excusa en reducir el consumo de emisión de CO2, aunque para ello debes asegurarte de que la corriente que requiere proviene de fuentes de energía renovable.
Y si estudias también puedes cambiar tus hábitos e incluirlos en la ecología. Una manera muy sencilla es reduciendo el volumen de hojas de papel y tintas, así como reutilizar los papeles en sucio.
Aprende a controlar tus impulsos
Apuesta por las compras sostenibles y conscientes, para tener un menor impacto medioambiental. También ayuda llevar una dieta saludable para compensar la ingesta de calorías innecesarias y los azúcares añadidos de algunos alimentos, lo que elimina el proceso de refinamiento de la comida y de fabricación de los envoltorios en plástico. Por lo tanto, menos compras impulsivas incitan a un menor impacto medioambiental.
También debes derivar en marcas enfocadas en la ecología, que respeten el medio y cuiden de todos los procesos de producción (material, mano de obra, transporte, compra...). Propuestas como Ecoalf o Stella McCartney pueden ayudarte a ver la moda sostenible de otra manera.