Los árboles de tronco robusto o la caída de las amarillentas hojas son algunas de las estampas que habitualmente asociamos al otoño. No obstante, no solo debemos quedarnos con esta idílica y emotiva imagen en nuestra cabeza; sino que debes tener en cuenta que, si tienes algún árbol o arbusto de importantes dimensiones en tu jardín, ha llegado la época de que los prepares para el invierno.
La poda de otoño es fundamental para los árboles y otros seres vegetales, ya que, si no se hace correctamente, existen altas posibilidades de que estos no solo no puedan hacer frente al invierno, sino de que provoquen un importante número de destrozos de tipo material e incluso humano como consecuencia de la caída de sus debilitadas ramas. Pero, ¿qué árboles son necesarios podar? Y, sobre todo, ¿cómo hacerlo correctamente?
¿Qué debo podar en otoño?
Habitualmente asociamos la poda con los árboles de gran altura, pero si recientemente te has mudado a una casa con un pequeño jardín, debes saber que son otros muchos tipos de vegetales los que también deben pasar por este inevitable proceso. Este es el caso de los árboles frutales e incluso del césped, el cual quizás no habías imaginado que debe arreglarse en otoño por última vez (en concreto a finales de la estación), ya que así durante el invierno recibirá mejor el oxígeno y cuando llegue la primavera podrás recibirla con un fresco y muy cuidado césped verdoso.
Lo mismo sucede con los bonsáis, pequeños árboles cuya presencia en los hogares ha aumentado en los últimos tiempos y que, a pesar de que por su tamaño pueda confundirse con el de una planta, necesitan de un cuidado similar al de cualquier otro árbol. Por ello, también deben podarse en otoño, aunque en su caso deberás esperar al momento justo para llevar a cabo la poda. Es decir, los bonsáis no suelen cicatrizar los cortes con tanta facilidad como sí lo hacen otros árboles de grandes dimensiones y, por ello, habrá que podar solo cuando la caída de sus hojas sea continua, pues solo entonces será cuando esté preparado.
Tipos de poda
Las ramas son sin lugar a dudas el mayor riesgo de un árbol, tanto para sí mismo como para el exterior. ¿Por qué para sí mismo? Porque, si no se le sanean ni eliminan aquellas secas o medio caídas, estas le minarán toda la energía de cara al invierno, impidiéndole por lo tanto aguantar las bajas temperaturas en esta estación del año y la suficiente entrada de luz que necesita para sobrevivir. De manera que, lo primero a realizar durante la poda otoñal, será cortar aquellas ramas que pudieran estar ocasionando algún tipo de bloqueo en la circulación del aire y la energía del árbol pero, eso sí, con mucho cuidado.
El tipo de corte a realizar dependerá de la clase de árbol a la que nos enfrentemos. Si es más bien pequeño, bastará con un corte en ángulo recto, mientras que, si su altura es bastante elevada como los que habitualmente ocupan las vías públicas, el trabajo se complica un poco más y será entonces cuando debamos acudir a profesionales. Ahora bien, antes de dar inicio a la poda tienes que tener en cuenta las dos finalidades con las que esta se hace. Por un lado, está la poda de mantenimiento, a la que ya hemos hecho referencia y que básicamente consiste en la eliminación de aquellas ramas o elementos superfluos que dificultan la actividad del árbol e incluso pueden suponer un peligro para ti u otras personas y, por otro lado, está la poda de formación. Es decir, aquella que se realiza con el fin de dar forma a nuestro árbol o simplemente modificar la que ya tenía.
En cualquier caso, lo que te recomendamos es que, si tienes un jardín con árboles de grandes dimensiones y crees que ha llegado el momento de podarlos, acudas a un equipo especializado. Y es que son muchos los riesgos (tales como quemaduras, arañazos o graves caídas desde una gran altura) a los que de por sí alguien experto en la materia se enfrenta constantemente, con lo que la dificultad y el nivel de peligrosidad aumenta lógicamente si no dominas la técnica a la perfección.
Consejos para el día de la poda
Solemos confundir podar con talar, pero lo que debemos tener muy presente es que podar no es solo cortar, sino que el principal objetivo con el que se hace es sanear el árbol para lograr su supervivencia. Para ello, lo primero a tener en cuenta es que no debe hacerse un día de lluvia, ya que precisamente la humedad es uno de los principales obstáculos de la poda y por lo tanto será mejor evitar estas condiciones climatológicas si queremos que la poda llegue a buen puerto.
Ahora bien, llevarla a cabo con cualquier otra meteorología también aumenta el riesgo de que tras la poda proliferen los hongos en nuestros árboles, con lo que para prevenirlos será esencial extender un tipo de pasta especializada que hará de cicatrizante sobre aquellos cortes (o heridas) que se han hecho durante la poda y que como mencionamos, evitará la aparición de infecciones en el árbol.